por Luke Rosenberger
para la columna “Progressive Views” del Boerne Star, 18 de octubre del 2019
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El 3 de agosto, un terrorista salió de Dallas rumbo a El Paso con la intención — como después confesó a investigadores — de “matar a cuantos mexicanos fuera posible.” Las autoridades ahora creen que un documento, que apareció en línea minutos antes del ataque en que mató a 22 personas y dejó 24 heridos, fue escrito por el terrorista para explicar sus motivos. El documento está repleto de argumentos típicos de los supremacistas blancos, quejándose del “desplazamiento étnico” y mestizaje racial, y refiriéndose a los inmigrantes a Estados Unidos en términos de “invasores.”
Otro documento, publicado un día antes del ataque, tiene semejanzas preocupantes con el manifiesto terrorista. Es una carta con fecha del 2 de agosto, enviado por la campaña del gobernador de Texas, Greg Abbott, para recaudar fondos, la cual incitó a sus militantes a “DEFENDER TEXAS AHORA” de la inmigración y sus consecuencias políticas, y “tomar los asuntos en nuestras propias manos.”
Una semana después de que la carta salió a la luz, a amplia condenación pública, Abbott declaró en rueda de prensa: “Yo tuve la oportunidad de reunirme con la delegación de [congresistas de] El Paso y darles de entender que [una larga pausa] se cometieron errores y se ha corregido el rumbo.”
“Se cometieron errores.” Es una frase que escuchamos demasiado de gente poderosa que quiere responder a fallos sin tomar ninguna responsabilidad. Es un intento de apaciguar, aproximándose a una disculpa sin reconocer culpa, como si los errores no tuvieran historial ni autores ni consecuencias.
Pero sí los hay, y muchos. El gobernador teniente Patrick ha hecho campaña en “la invasión silenciosa fronteriza” (2006) y “parar la invasión” (2014). En un evento de campaña para el senador Cruz en 2018, el presidente Trump habló de la inmigración como “un asalto contra nuestro país.” Y escuchamos los ecos todos los días, de los que caracterizan a poblaciones enteras de moralidad inferior, de violación y criminalidad, que critican a la gente por hablar un idioma que no quieren entender, que dicen a personas de color que regresen a su país sin reconocer que ya están en él.
Y las consecuencias también las sentimos a diario, en la tristeza y ansiedad de nuestros compañeros y seres queridos, en el cansancio de mantener el ánimo para seguir adelante, en la injusticia y crueldad de políticas discriminatorias, y en la sangre como la nuestra que corre en los pasillos de un Walmart un sábado por la tarde.
Pero esas son las consecuencias de corto plazo; otras consecuencias de más largo plazo ya empiezan a verse. Voto Latino reportó un aumento de 254% en el registro de votantes latinos entre el 2014 y el 2018. Un reporte del US Census Bureau indicó que la participación latina en las elecciones del 2018 aumentó 13.4% sobre las del 2014, un aumento mayor a otros grupos étnicos. Para el 2020, la población latina elegible para votar en los Estados Unidos será mayor que cualquier otro grupo no-blanco, y en Texas, más de 200,000 jóvenes latinos cumplen 18 años cada año, el 95% de ellos siendo ciudadanos.
Así que no hace falta decirnos que “se cometieron errores” — llevamos la cuenta desde hace tiempo. Pero mientras nuestros líderes no acepten su responsabilidad de elevar la retórica nacional, de rechazar las formulaciones supremacistas, y de velar por el derecho ajeno, los latinos — y todos los que repudiamos estos continuos “errores” odiosos — nos encargaremos nosotros del trabajo de “corregir el rumbo,” asegurándonos que la voz de cada ciudadano se oiga en las elecciones del 2020.